¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Grand Hôtel. Stockholm. (Estocolmo).







Web
Perteneciente a la central internacional de reservas "The Leading Hotels of the World" y a la cadena hotelera Intercontinental, el Grand Hotel posee una web propia, separada de la genérica que ofrece su cadena anteriormente denominada. Muy sencilla a la hora de navegar por su menú, aporta información muy completa del hotel unido a unas fotos de gran calidad. A diferencia de la mayoría de los "Intercontinentales", posee su propia web de reservas a través de "ihotelier.com", para mí la mejor web de reservas de hoteles. En esta ocasión utilicé esta alternativa para reservar una habitación doble clásica sin vista al canal por cuatro noches. Tonto de mí, puesto que a mi llegada quise cambiar a una con vistas pero no disponían de ninguna. Por tanto, cuando visiten este hotel, intenten reservar una habitación "con vistas" y nunca mejor dicho porque pocas -les aseguro- poseen un paisaje tan privilegiado.



Espléndida fachada del hotel



Check-in
Desde el aeropuerto de Arlanda hay cuarenta minutos en taxi hasta el hotel, treinta sin tráfico. La entrada al edificio, una vez que el mozo -muy atento- te ayuda a salir del taxi y bajar el equipaje, es espectacular. Subiendo unos pocos peldaños una vez pasada la puerta giratoria, te encuentras la recepción. Aunque no es excesivamente personalizada, es muy efectiva y con un trato muy agradable y caballeroso. La habitación que nos dieron estaba en el sexto piso y el mismo botones nos acompañó a la misma con el equipaje.
La habitación constaba de un hall de entrada con dos armarios empotrados muy grandes y muy bien distribuidos de madera noble. A un ala quedaba el cuarto de baño y a otra el dormitorio. Este último, constaba de dos camas gemelas juntas que compartían el mismo cubrecama de matrimonio. Muy cómodas pero, como ya he hablado otras ocasiones, de estilo nórdico. Es decir, no utilizan mantas sino edredones. Una ventana no muy grande -gracias a Dios-, sin vistas con cortinas opacas. Y digo ello porque en el mes de julio la noche no existe en esta preciosa ciudad. La noche y las persianas. Por tanto, si no utilizas antifaz te ves condenado a la claridad durante tu descanso nocturno. Con todo, pude descansar pero el sueño no fue muy fructífero debido a la claridad que las cortinas opacas, por mucho que digan, dejan pasar entre sus resquicios.
En Estocolmo durante el invierno hace un frío que pela. Pero durante el verano arrecia un calor que ríete tú de Badajoz. Como he dicho, no tienen cultura de persianas porque durante la estación invernal casi no ven el sol y celebran la llegada del verano. Otro elemento que no saben utilizar es el aire acondicionado. Para que sirva de ejemplo, durante los cuatro días que duró mi estupenda estancia en Estocolmo, no quité ni un momento el aire acondicionado de mi habitación (a potencia y frío máximo). Esa potencia en España no da ni para enfriar un coche. Quizá pasan tanto frío en invierno que les gusta pasar calor en verano. Sólo hay que verlos en Benidorm como se ponen como tomates. En definitiva, pasé bastante calor.
Siguiendo con la explicación de la "room", el dormitorio también contenía una mesa de escritorio muy amplia con su silla, una butaca aparte, reloj de pared, televisión de plasma con poca oferta  de canales y un mini bar inteligente -léase mi artículo sobre los mini-bares inteligentes- que no entiendo porqué lo tienen así. La moqueta, que me persigue por cualquier hotel vaya a donde vaya, estaba muy bien cuidada pero seguía siendo eso, moqueta.
El baño todo de mármol, constaba de un lavabo muy grande con buena repisa, bien nutrido de toallas, albornoces y zapatillas, numerosas toiletries "Molton Brown" maravillosas, espejo de aumento, abrebotellas anclado a la pared, buen papel higiénico, ventana grande para ventilar el baño y, eso sí, una bañera asesina. Para acceder a ella tenías que estirarte cual Maia Plisetskaia salvando un desnivel "himaláyico". En cada ducha tenía que aupar a mi acompañante para que no se accidentara. Y para bajar, pues en volandas al suelo con cuidado de no romperte la crisma. No entenderé jamás estas "dificultades higiénicas" en muchos establecimientos hoteleros. Al menos disponía de mampara y no de esas miserables cortinillas que no soporto.
Respecto a la habitación, una cosa más. La puerta de entrada a la misma era excesivamente maciza y pesada por lo que si entras y sales frecuentemente, cuidado con las agujetas.


 "Lobby" de entrada del hotel. Toma captada desde el "Concierge".



 Habitación.




 Bañera con desnivel olímpico para su acceso




El Hotel
Situado en el mismo puerto de Estocolmo, su fachada asemeja a una gran embarcación, al igual que sus habitaciones a las de un barco. Imponente y majestuoso frente al Palacio Real en el centro de la ciudad, el Grand Hotel abrió sus puertas en 1874, construído por Regis Cadier en pleno auge de la arquitectura de la ciudad. Todos los premios Nóbel desde 1901 se han alojado aquí y las personalidades que han pernoctado en él se cuentan por millares.
Cuenta con 368 habitaciones desde su última remodelación por lo que no podemos catalogarlo de pequeño.
Durante mi estancia he percibido que intentan cuidar el lujo de los pequeños detalles. Como ejemplo, diariamente izaban las banderas de su fachada muy temprano, arriándolas al atardecer. Perfecto protocolo.


                                                              Toma diurna


                                                              Toma nocturna

                                      

El "Concierge"
A la izquierda de recepción han situado una mesa de escritorio con una silla de dirección y otras dos de confidente. No me gusta. Creo que un "Concierge" nunca debe estar sentado, ni él ni los clientes que le consultan. Parece más un despacho de abogados que una conserjería. Además, noté cierta falta de efectividad ya que para reservar mesa en algún restaurante tuve que repetir la petición en tres ocasiones diferentes. Sin duda, lo que menos me gustó del hotel.


El desayuno
De tipo "buffet" servido en el restaurante "Veranda", con vistas a través de los amplios cristales al  espléndido puerto de Strömkajen. Productos de primera calidad entre los que se encontraba el salmón ahumado, mucha variedad de quesos, arenques, "bacon" y salchichas. Muy buena repostería, buen pan y un café más que aceptable para ser Suecia. Como único punto flaco, el zumo de naranja que no sé catalogarlo. Se asemejaba al natural pero aseguro que no estaba recién exprimido. Hoy en día existen tratamientos de congelación del mismo muy parecidos a la naranja recién exprimida pero, siento decirlo, no sabe igual.
Otra posibilidad, aún más aconsejable para quienes el "buffet" no lo disfrutan, es el "a la carta breakfast" servido en el "Cadier Bar".


Mathias Dahlgren
Es el chef sueco más reconocido. Cuenta en el Grand Hotel con dos salas, "The Matsalen", el cenador principal y "The Matbaren", una especie de "bistro" con una estrella michelín. "The Matsalen", tiene dos y está en el puesto 25 de la lista de "S. Pellegrino". Me sucedió la desgracia de que no había mesa disponible en el cenador  en los días que duró mi estancia en Estocolmo y me contenté con el bistro al que le pongo un sobresaliente de nota. Aún así, fue otro punto débil del "Concierge". Una conserjería como la del Grand Hotel debería haber trabajado un poco más para conseguir mesa a un huésped de su hotel. En Estocolmo, si se sabe buscar, se come muy bien. Tan bien que en una próxima entrada del blog hablaré sobre algunos de los magníficos restaurantes de esta ciudad.
 
 "Matbaren". Nótese la perfecta decoración con lámparas Louis Poulsen



"Matsalen". Perfección hasta en el más mínimo detalle


The Veranda
Es el restaurante principal del hotel, totalmente eclipsado para la cena por Mathias Dahlgren. No obstante, como decía anteriormente en él se sirven los desayunos y el muy famoso "Smörgasbord", (literalmente significa mesa de pan con mantequilla) bufé típico sueco con platos tradicionales como los arenques ahumados, salmón, albóndigas, embutidos y ensaladas. Todo acompañado con las estupendas galletas de harina de centeno.

El blanco impoluto predomina en "Veranda". El puerto a la derecha. 
A través de la ventana se intuye el toldo de entrada al hotel.


The Cadier Bar
Lleva el apellido de la persona que construyó el hotel. En él, aparte del desayuno a la carta, se sirve el té de la tarde y por la noche, con acompañamiento de piano, puedes disfrutar de un buen cóctel. Con butacas muy cómodas y vistas al puerto, muy aconsejable para un descanso después de un día de ajetreado turismo.


 Vista de "The Cadier Bar". Al fondo el piano y a la izquierda la barra.



Spa. Raison d´Etre
Recién inaugurado y totalmente nuevo, el Spa de la firma "Raison d´Etre" entra sin dudarlo en el ranking de los mejores hoteles de ciudad con Spa. De tonos granito y ceniza con una iluminación perfecta y cuidando hasta el último detalle, este templo del bienestar aporta lo que le faltaba al Grand Hotel para convertirse, sin duda en uno de los mejores hoteles de Europa.
Cuenta, en primer lugar, con unos vestuarios de primerísimo nivel, taquillas eléctricas, sauna, piscina de frío, duchas de hidromasaje, cubetas de agua fría, toallas por todas partes y albornoces y zapatillas. La zona común está presidida por la piscina de agua templada en la que, incluso, se puede hacer algún "largo", aunque yo detesto a los que utilizan este tipo de piscinas de relax como si fueran olímpicas. En otra sala adyacente se encuentra la piscina de chorros y, al fondo, la sauna finlandesa de vapor a la temperatura adecuada, es decir, a esa en la que se puede sobrevivir dentro diez o quince minutos sin necesitar asistencia sanitaria por golpe de calor.
En todo momento, carritos portan agua, té y fruta ya pelada y lista para comer. Por último hay una sala de relax con música con auriculares y tumbonas muy cómodas. La entrada a la zona de aguas es gratuita para los huéspedes del hotel.
Los productos para los tratamientos, como no podían ser de otra manera, son cien por cien naturales basados en técnicas ancestrales.

                              Piscina del Spa Raison d´Etre. La piedra de granito del fondo es impresionante
                                                   


El "turn-down".
El recibido por el Grand Hotel es uno de los mejores servicios de "turndown" que he tenido en mi vida. Reponen absolutamente todas las toallas utilizadas, gel, champú, incluso las zapatillas las cambian cada día. Cuidan tanto el detalle que cambiaron el agua mineral con gas por unas botellas sin gas con una breve advertencia. Y nunca molestaron ni llegamos a la habitación mientras estaban arreglándola. Un diez para  la gobernanta y el servicio de camareras del Grand Hotel.


El "check-out".
Nuestro avión partía a la intempestiva seis de la mañana desde Arlanda. Fue muy rápido y no hubo ningún error en la factura. El botones ya nos esperaba con nuestro equipaje en el maletero del taxi. Por cierto, una nota de distinción estuvo en que no me hizo falta entregar otra vez la tarjeta de crédito para proceder al pago. Bastó cuando la mostré en la entrada.

Estocolmo, con su archipiélago es una de las capitales más bellas de Europa. Espero volver, y si lo hago, no dudaré en  hospedarme en el Grand Hotel.

jueves, 23 de septiembre de 2010

La Ley de la Barra



España es el único país del mundo -que yo conozca- donde más importancia se le da a las barras. No me refiero a esas barras donde algunas mujeres despendoladas hacen piruetas, ni a las barras de labios, ni a las de helado. Me refiero a las barras de un bar o a los mostradores de atención al cliente en un hotel.

Después de varios años de estudio e investigación he llegado a demostrar empíricamente lo que le he denominado "la Ley de la Barra". Dicha ley consiste en lo siguiente:

Una barra de un bar, por muy grande y extensa que sea, es ocupada total y absolutamente por tres personas, independientemente de su longitud. Me explico.

El ser humano español, tiende de manera innata, a colocarse enfrente de una barra de bar de tal manera que no deje hueco ni paso alguno a su derecha e izquierda. Con tal fortuna que sólo tres personas pueden ocupar totalmente la extensión de la barra sin opción a que un cuarto acceda cómodamente a la misma. El primero se sitúa a la izquierda de la misma (de la barra) pero dejando un hueco a su izquierda  (del que ocupa la barra) donde otra persona no cabe. Justo delante de él el camarero le sirve lo solicitado. A su derecha coloca el periódico abierto de par en par. La segunda persona se sitúa a su derecha (a la izquierda ya hemos visto que no puede) dejando más o menos medio metro de holgura con su compañero -no vaya a ser que se rocen-. Este coloca un taburete justo a su derecha  (que nunca usará) para que el tercero tenga que ocupar lo que resta de barra sin que le estorbe lo más mínimo. El tercero entra en juego y, en vez de ponerse en la esquina, también, como el primero, deja un espacio a su derecha donde un cuarto no entraría normalmente.

Conclusiones:
- Ninguno de ellos ha pensado en ningún momento en facilitar el acceso a un siguiente cliente que tiene su mismo derecho a estar cómodo.
- Ninguno de los tres que llenan la barra, quieren ser minimamente molestados por el resto.
- Y lo peor, ninguno lo ha hecho conscientemente. Por tanto se demuestra que los españoles llevamos la ley de la barra en nuestro código genético.
- Una cosa es defender el espacio vital de uno mismo y otra es dejar sin espacio a los demás y que no nos importe un pimiento.

En el resto de Europa, no se crean que van mucho más adelantados. Cada vez con más frecuencia se van utilizando en bares y restaurantes estas barras. Pero funciona casi a la inversa. Es el mismo local el que coloca taburetes fijos e inamovibles uno al lado del otro. Tan físicamente unidos que a un señor corpulento le cuesta dios y ayuda poder trepar y acoplarse al mismo. Cuando todos se encuentran sentados, incluso algunos traseros llegan a chocarse. Parece una lata de sardinas. Con ello, los dueños del local consiguen erradicar la "ley de la barra" de una manera impositiva, obligándote a estar sentado. Como cualquier español sabe, eso de estar sentado en una barra es antinatural; es de pie como se disfruta de ella, pero ningún extranjero sabe estar en una barra si no es sentado, aunque sea juntado cachete con cachete.

Por último, podemos realizar una interpretación extensiva de esta ley a los mostradores de recepción y "concierge" de un hotel. Si bien no se cumple como en los bares, en nuestro estudio hemos llegado a la conclusión que la ley se convierte en "Atractiva". Me explico. El mostrador de recepción atrae a cualquier cuerpo situado a su alrededor hasta una longitud proporcional al tamaño de la barra.
¿Se han fijado cuántas veces el mostrador de recepción está ocupado por personal del hotel? (me refiero a su parte exterior de consultas). No es difícil tener que cortar una conversación del recepcionista con el portero, una camarera o incluso algún botones porque hemos llegado a realizar el "check-out". Y es que, cual si se cayera, la barra atrae los cuerpos, sobre todo por la zona del codo que, de una manera rápida y eficaz, queda adherida a su superficie poniendo, a su vez, la lengua del adherido en funcionamiento y casi nunca su cerebro.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La propina. Cuándo, cuánto, a quién. Manual del turista educado. 2ª entrega.




Como definición, podríamos decir que la propina es una cantidad de dinero que se entrega a cambio de un servicio bien hecho. Por favor, téngalo muy en cuenta. No se trata de un pago, eso son otros menesteres.
Continuando con su definición, la propina -dentro de un hotel- se da al personal que posee (y entiéndase muy bien lo que quiero decir, porque todos los trabajos son igualmente honrosos) una dedicación menos noble. Sobre todo a los botones que, sin duda -nunca me cansaré de decirlo- son, junto a las camareras de las habitaciones- los que verdaderamente tienen el peso del negocio en su labor. Sin ellos no existirían los hoteles o, mejor dicho, los buenos hoteles.

Precisamente por lo comentado anteriormente, la propina NUNCA debe ser una donación caritativa ni altruista por lástima o pena por el trabajo al que se dedica la persona que la recibe. La propina no es una limosna como la que se le da a un mendigo a la puerta de una iglesia. Quien así actúa es un orgulloso nuevo rico o un arrogante maleducado que no tiene ni idea de las reglas elementales de urbanidad y buenas maneras.

Nunca daremos una propina por quedar bien, eso sólo lo hacen los horteras y adinerados sin clase. Ni siquiera la daremos por cortesía. La propina se da por un servicio bien hecho. Por tanto, si el servicio ha sido una chapuza es de imbéciles entregarla.

Es cierto que hoy en día, se ha perdido la práctica de esta costumbre. Vamos a intentar profundizar en algunos matices.

Destinatarios de la propina.

Siguiendo con lo que indicaba anteriormente podemos afirmar que los destinatarios de la propina son botones, personal del "concierge", personal del restaurante, cafetería o bar. También personal de servicios como el Spa.
Nunca daremos propina a un Jefe de Sala de restaurante o recepción, chefs o cualquier personal del hotel que ocupe un puesto directivo o tenga personal laboral a su cargo.

Momentos donde corresponde dar propina.

Al botones, en el momento de la entrada cuando nos deja el equipaje en la habitación o a la salida del hotel; al personal del "concierge" al final de nuestra estancia. Si no se encuentra la persona a la que queremos hacerle entrega de la propina, se la dejaremos en un sobre cerrado a su nombre. En el sobre debe indicar también nuestro nombre y número de habitación. A los camareros, al final de nuestra comida.
Al resto, utilizaremos el sentido común. Está claro que es de muy mal gusto ir a "troche y moche" impartiendo propinas como si fueran bendiciones. Además, no solemos ir con dinero debajo del bañador o en el bolsillo del albornoz. La propina sólo se da una vez. Hace tiempo, en un resort mediterráneo, observé a una persona que se sacaba del bañador un billete para entregarlo como propina al camarero del bar de la piscina. Pueden imaginar la cara que puso el camarero imaginándose qué parte del cuerpo del caballero había rozado el billete. Yo me hice otra pregunta: ¿Dará alguna más? Hay gente para todo.

Tipos de propina y su cuantía. 

La cuantía de la propina depende, en primer lugar de la capacidad adquisitiva de la persona que la entrega. Si es usted un asalariado con un sueldo medio actuará como un cateto despilfarrador si entrega cincuenta euros.
También depende de la generosidad y desprendimiento (ojo, no es limosna). Es decir, un jeque árabe que pone 5 euros de propina al encargado del "concierge" que le ha ayudado a conseguir dos helicópteros y siete limusinas, es un rácano y un miserable.
Nunca daremos monedas sueltas de fracciones de euro y, a ser posible, siempre entregaremos billetes. Si damos 50 céntimos de euro de propina nos exponemos a que nos la tiren a nuestra cara, mejor dicho a nuestra caradura. No, ningún botones educado hará eso; ahora bien, seguramente algún familiar nuestro difunto se retorcerá en su tumba por lo que piensa de él en ese momento.
No nos equivocamos, por tanto, si diferenciamos tres tipos de propina:

- La propina miserable: Es la de los cincuenta céntimos de euro o la del jeque árabe.

- La propina ostentosa: Es la del asalariado medio que porque le sirven un martini pone 50 euros.

- La propina ponderada: Es la del que utiliza el sentido común. Es la más inusual.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

El viaje en avión. Manual del turista educado. 1ª entrega


Empezamos con esta entrada, un pequeño manual, cuya misión no es otra que instruir sobre usos y costumbres que, en mi opinión, deben ser utilizados por cualquier viajero.
No se publicarán de corrido, sino que irán intercalados con otros post sobre reseñas de hoteles u otros menesteres. Eso sí, se identificarán por su título, puesto que siempre aparecerá "Manual del turista educado".
Espero que su lectura les sea divertida, pero sobre todo, que sirva para hacernos la vida más agradable.


Comenzando con este manual, quiero hablar ahora sobre uno de los grandes retos a los que actualmente se enfrenta el turista educado; el viaje en avión.

Hasta la eclosión de las compañías aéreas de bajo coste, el viaje en avión, aparte de viajeros de negocios, estaba reservado a personas de capacidad adquisitiva alta. Hoy en día, cuesta menos un trayecto en Ryanair a Oslo desde Alicante que un billete de autobús bananero a Soria desde Guadalajara. Ello ha facilitado el aumento del turismo (barato) en toda Europa y ha servido para que económicamente el sector no haya sido ahogado por la crisis. Aunque parezca lo contrario soy defensor de este tipo de compañías aéreas y las he utilizado en varias ocasiones. Algunas, por cierto, son más puntuales que otras regulares.
Además, no tienen culpa de la falta de educación de muchos de sus usuarios; falta de clase que ha penetrado ya hasta en la médula de cualquier compañía aérea. Vamos a intentar ponerle remedio.

1.- No viaje en avión (ni en ningún otro medio de transporte) con la misma indumentaria que utiliza un sábado cuando baja al bar de la esquina a por tabaco. Mírese al espejo antes de salir de casa y compruebe que cumple con las mínimas reglas del decoro, del pudor y del buen gusto. Si sucumbe, cancele su viaje. El chándal solo vale para hacer deporte y las "chanclas" para ir a la piscina -a mi parecer, ni para eso-. Por favor, téngalo en cuenta.

2.- Cuando pase por el detector de metales, tranquilícese. Quítese sólo lo que está estipulado, cuando se lo vuelva a poner, no lo haga en la misma cinta del equipaje de mano. En todos los aeropuertos existen mesas un poco más apartadas del control para volver a calzarse o a ponerse un cinturón , el reloj, el escapulario de la Virgen del Carmen, o lo que sea. De lo contrario, obstaculiza al siguiente y da una sensación de palurdo muy acentuada.

3.- Ya en la puerta de embarque, tenga paciencia. Es de pueblerinos ponerse a la cola para embarcar cinco horas antes de la llamada del vuelo. Si quiere entrar antes al avión pague un "priority boarding" en una bajo coste y ya está. Además, el español lleva incorporado en su código genético el hacer largas colas sin motivo. Hagan la prueba. Pónganse tres amigos uno detrás del otro y, en media hora, verán la que tienen formada detrás. Hagan la cola cuando llamen desde la puerta de embarque. Tampoco vale el extremo opuesto que espera hasta el último segundo de la última llamada para entrar en el avión. Es una actitud muy chulesca y pasota.

4.- Una vez dentro del avión, ponga su equipaje de mano rápidamente en los compartimentos y ¡SIÉNTESE! (Me ha faltado decir un taco que está de más). No obstaculice la entrada al resto, piense en los demás, aunque sea un poco.

5.- Pida permiso al de detrás para poder abatir su butaca. Esto lo hace una persona de cada millón. Sólo me lo han dicho una vez y qué cómodo viajé aunque no tuviera espacio. No obstante, la gente educada que viaja en clase turista en trayectos de corto y medio radio, no reclina su asiento. Por tanto, si su espalda es una tabla de planchar o su fortaleza es de mantequilla, sintiendo un impulso irremediable por abatir su asiento,  nada más poner su trasero en la butaca, coménteselo antes a su compañero de detrás.

6.- No grite ni hable en voz alta dentro del avión, sobre todo si es usted español. No se haga notar. Si se pone nervioso, tómese una "dormidina".

7.- Si viaja con niños pequeños, aunque con algunos es imposible, procure tenerlos distraídos y relajados. Si lloran o gritan -hay que recordar que los cambios de presión les afectan mucho a los oídos- intente calmarlos. Si le toca sentarse cerca de un bebé o niño pequeño, demuestre su educación sonriendo y no poniendo mala cara a los padres si el niño se pone a llorar.

8.- Al llegar al destino no se ponga de pié impartiendo codazos para ser el primero en salir aunque vaya en la butaca 23. ¿Acaso no se ha dado cuenta que siempre que haya "finger" sólo abren la de delante y hasta que no salga el de la fila anterior usted no lo va a hacer? Guarde la compostura y relájese. Tampoco sea el extremo opuesto salvo que ocupe ventanilla. Es decir, cuando le toque, levántese y no deje pasar a todos hasta que haya salido el último para proceder a levantarse. Su compañero de butaca puede no pensar como usted.

9.- En la cinta de recogida del equipaje, deje sitio a los demás. No se preocupe, el equipaje que no se retira en la primera vuelta, vuelve a salir, no es triturado.

10.-  Si le esperan en llegadas con un letrero con su nombre, no le grite al portador. Acérquese a él y ya está. No se preocupe que no se va a ir.

11.- Si opta por tomar un taxi, no sea pillín. Guarde cola reglamentariamente.

12.- Si lo que he dicho hasta ahora le importa un bledo, por favor, utilice la bicicleta o el globo aerostático como su medio de transporte.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Sha Wellness Clinic













Enclavado en el privilegiado parque natural de Sierra Helada, con una panorámica espectacular sobre la bahía de Altea (Alicante), se encuentra "Sha Wellness Clinic", inaugurado en enero de 2009. Como preámbulo, no he utilizado la palabra "hotel", de hecho, me cuesta catalogarlo de esa manera, aunque -sin duda- lo es. Cuenta con 96 suites distribuidas en un entramado arquitectónico sobresaliente con cinco edificios unidos por puentes, obra del arquitecto Carlos Gilardi. La decoración es de Elvira Blanco Montenegro.

"Sha Wellness Clinic", utilizando la definición que aparece en su web "es una clínica de bienestar pionera a nivel mundial dedicada a mejorar y prolongar notablemente la salud y el bienestar de las personas mediante la fusión de las mejores terapias naturales, provenientes principalmente de conocimientos orientales milenarios  y las más avanzadas técnicas occidentales.  En SHA no entendemos la salud simplemente como la ausencia de enfermedad, sino como un estado de completo bienestar físico y mental, peso idóneo y vitalidad. Poder disfrutar de nuestro verdadero potencial."

 Imagen aérea de "Sha Wellnes Clinic"


Recientemente galardonada como el "Mejor Spa médico internacional" por la prestigiosa revista "Conde Nast Traveller" y, habiendo sumado la familia Bataller -propietaria del complejo- a su personal a la Princesa Béatrice d´Orléans como directora de Comunicación y Relaciones Públicas, no tuve más remedio que acudir unos días a probarlo.


La Web
De diseño rompedor y muy cuidada, "Sha" ha creado una web muy bien dotada de fotografías con gran resolución. Muy dinámica en su navegación, se accede rápidamente a lo que se busca. Hasta hace poco, no tenían bien resuelta las reservas a través de la misma web. Hoy ya, por medio de "myfidelio.net", no es mi preferida, se puede reservar la estancia directamente. Se hecha en falta algo más de texto, sobre todo teniendo en cuenta las particularidades de "Sha" que iremos comentando posteriormente. No pertenece a ninguna cadena hotelera ni está asociado a ninguna central de reservas por lo que las dos únicas formas de reservar estancia es, o bien a través de su web, o bien telefónicamente. Aconsejo esta última.


Porqué ir o no ir a "Sha"
Antes de continuar con la crítica, amigo lector, quiero hacer una precisión. "Sha" es, sobre todo, un espacio destinado a la salud y el bienestar enfocado bajo la idea de que la alimentación es la base de la curación del ser humano, entendiendo curación no sólo desde el punto de vista de la enfermedad sino el mantenerse sano.  Michio Kushi, presidente de la Asociación Mundial de Medicina Natural, es el  director de Terapias Naturales de Sha y padre de la macrobiótica. Por tanto, dicha dieta, con materias primas siempre ecológicas y la combinación de terapias naturales orientales y occidentales como el shiatsu, la acupuntura, el tai-chi, la meditación, la moxibustión, forman parte indisoluble de una estancia en el espléndido paraje de "Sha". Así que, si usted no es capaz de pasar un día sin tomar carne roja ni pan blanco, a no ser que quiera experimentar este tipo de forma de vida y alimentación, no acuda a "Sha". Eso sí, tampoco crean que se alojan en la ayunoterapia existencial espartana de la Buchinger o en la tradicional y un poco cansina Incosol. "Sha" es otro universo mucho más actualizado a las demandas de hoy en día.
La carne, los lácteos y el azúcar no los verá por ningún rincón del complejo. Hecho en falta que no lo expliquen así de claro en la web de "Sha" puesto que, de esta manera, todos nos evitaríamos sorpresas. Yo me enteré una vez dentro. Con todo, indagando un poco en la web, podemos encontrar un apartado de preguntas donde se afirma expresamente que los alimentos antes mencionados no se servirán en el hotel.

Continuamos con la crítica de "Sha Wellnes Clinic".


Check-in
Mi acompañante y yo nos desplazamos en coche. Una vez llegado al municipio alicantino de Alfaz del Pi, uno solo tiene que seguir las directrices de las señales que indican la ubicación del hotel. Al quedar en lo alto, hay que salvar varios vericuetos estrechos pero siempre muy bien indicados. A nuestra llegada, dejamos el coche en la puerta pero ningún mozo nos recibió para ayudarnos con el equipaje. La entrada, presidida por una fuente tipo piscina de cascada de agua con el emblema del hotel, te sumerge ya en la más absoluta tranquilidad y armonía. El blanco lo preside todo menos el negro de los uniformes del personal.


 Entrada al hotel iluminada. La recepción, a la izquierda


La recepcionista estaba hablando por teléfono y tuvimos que esperar cinco minutos hasta que nos atendiera.
Quiero hacer un pequeño inciso en este tema.

Lo que voy a contar no es la primera vez ni será la última que me suceda o que les suceda. Hoy en día, en nuestra sociedad absolutamente avanzada, se ha invertido el rango jerárquico en las formas de comunicación. Siempre, una llamada de teléfono, prevalece sobre cualquier otro medio en la interlocución humana. Esto es un grave error. Si yo estoy atendiendo a un cliente en la recepción del hotel o en el "concierge" del mismo y suena el teléfono y no hay más personal para atenderlo, sólo cabe lo siguiente. Haber descolgado o desviado antes el teléfono para que no molesten; dejarlo sonar y ya está, no se acaba el mundo; cogerlo un momento y con mucha educación comentar que se está ocupado y que - o bien, vuelvan a llamar, o bien anotamos el teléfono y le llamamos posteriormente-. La regla general para todos es que la comunicación oral presencial prevalece ante cualquier otro medio, incluido el endiablado teléfono. Si esto es general para cualquier persona, ni qué decir tiene la relevancia que posee para un hotel de lujo.

Una vez colgado el teléfono, la recepción fue muy atenta, un poco lenta eso sí, debido a que la encargada no llevaba mucho tiempo trabajando en ese puesto, o eso intuí. Pero eso siempre debe ser comprendido por cualquier huésped por muy exigente que sea, siempre y cuando -como fue este caso- la sonrisa y la amabilidad acompañan.
Realizado el check-in, (esta vez voy a decir el nombre propio) Sonia, -creo recordar-, relaciones públicas de "Sha", nos mostró y explicó absolutamente todo el hotel. Esta práctica está cada vez más en desuso en la hostelería de lujo pero reivindico su vuelta por los beneficios tan grandes que aporta a los huéspedes. En hoteles grandes y con diferentes vericuetos, el cliente se siente un tanto perdido las primeras horas de su estancia. Si esto es corregido con un buen "tour" en la primera media hora de su llegada, el huésped se sentirá más libre puesto que no se perderá y sabrá llegar a donde quiera.
Pues Sonia, con mucha amabilidad, nos acompañó a nuestra habitación, una "classic suite" y nos mostró y explicó amablemente todos los servicios e instalaciones.


La habitación
La puerta tiene un sistema de apertura electrónica de aproximación de tarjeta, muy cómodo. La entrada la preside un hall con el baño a la derecha y el vestidor (otra estancia totalmente separada a la izquierda). Hay que señalar que muchos de los clientes de "Sha" no se hospedan en él para tres días como yo sino que suelen estar una o dos o más semanas de tratamientos. Por tanto, es muy de agradecer un vestidor amplio. En él estaba situado un frigorífico con bebida (no se imaginen el típico mini-bar) y snacks macrobióticos.
La habitación constaba de una estancia con dos ambientes separados. En uno un sofá con una mesa baja y un mueble-escritorio con dos sillas. En el otro la cama, comodísima, colchón con "topper" viscoelástico -como tiene que ser- con dos mesitas de noche. Al fondo corredera de cristal y una amplísima terraza con dos tumbonas y una mesa con sillas, todas de la firma valenciana Gandía Blasco. La combinación de colores de la habitación era muy sencilla -blanco y wengué casi negro-. Los dos ambientes estaban separados por un mueble de dos columnas hasta el techo con una televisión plana con sistema giratorio de 360 grados para poder verla desde el sofá o desde la cama.Y al alcance de la mano, precisamente desde la cama, podías controlar todas las luces y persianas de la habitación. Muy bien pensado.
El aire acondicionado podía ser regulado en intensidad desde el "display" situado en la habitación pero no en temperatura que había que llamar a recepción. Tuve que hacerlo para conseguir más frío.
El baño, muy completo y amplio constaba de ducha, no bañera (muy acertado), un amplio lavabo, espejo de aumento, toiletries L´Occitane y buen surtido de toallas de las que secan y no producen heridas por roce. También albornoz y zapatillas con el emblema del hotel grabado. El suelo no era de moqueta, sino de baldosa de gres. Por fin.



Vista de la habitación


Restaurante Shamadi
Habiendo aprendido en Lasarte en la casa de Martín Berasategui, en Roses en la de Adriá, también en su sucursal de Sevilla,  La Hacienda Benazuza, Pablo Montoro, dirige el restaurante de "Sha Wellnes Clinic". Ya saben que no soy un crítico gastronómico y que por tanto, intento no meterme en berengenales que me dificulten salir. No me gusta la dieta macrobiótica, lo afirmo claramente y con todo mi respeto. Pero igualmente enuncio que hay que ser un artista para crear platos tan bien concebidos como los hace Pablo, sin los productos que muchos consideramos de primera necesidad como la carne, los lácteos o el azúcar. La sala de impecable diseño minimalista con vistas a la bahía de Altea invitaba al relax y a la buena conversación. Para los que no pueden vivir sin vino, la carta es muy escasa, sólo vino ecológico me parece, pero al menos tiene presencia.
Vamos a ser sinceros, la mayoría de los huéspedes de "Sha" pasan a su entrada por un chequeo médico y ya tienen una dieta prefijada. Mi acompañante y yo sólo fuimos por descanso. Por tanto, sólo cené una vez en Shamadi un menú degustación que me pareció que estaba a la altura adecuada. El atún, por ejemplo, pocas veces lo he probado mejor. No obstante, el resto de comidas menos el desayuno del que ahora hablaré, las hice en los pueblos cercanos, probando con muy buen resultado la casa del joven y reconocido chef Quique Dacosta en Dénia.
El desayuno fue la comida donde más sufrí y eso que ya saben que no me prodigo mucho en este refrigerio. Como no sirven leche de vaca ni azúcar, el café tenía que camuflarlo con leche de almendras y una melaza de arroz que, sinceramente, endulzaba menos que el vinagre. El desayuno era a la carta con una mesa en el centro donde te podías servir fruta, unas magdalenas hechas con harina de algarroba y varias cosas más que no me atreví a probar, no por nada sino porque a esa hora no me entraban. Eso sí, el zumo de naranja estaba recién exprimido y pedí unas tostadas de tomate (tengo que decir que esta hortaliza no se prodiga mucho por Sha) muy ricas, por cierto. Salvo lo dicho y que el servicio a la carta tarda mucho, mucho en llegar a la mesa, este es el desayuno de "Sha". Recuerdo que la mayoría de clientes tienen una dieta prefijada y, por tanto, su desayuno lo servían conforme a las prescripciones médicas.
No quiero pasar sin felicitar a un responsable de la sala, no me acuerdo de su nombre, sólo sé que se formó en la casa de los hermanos Roca. Muy profesional y amable su trato. Recuerdo que una tarde me senté en la terraza de "Shamadi" y pedí un "Bloody Mary". Con muchísima corrección me indicó que no tenían zumo de tomate, sólo tomate exprimido. Todo el mundo sabe que el tomate licuado no vale para ese cóctel. No obstante, pude luego percatarme que el tabasco y la salsa worcestershire, no son precisamente ecológicos. Le pedí, entonces, un gin-tonic. Un tanto apurado pero con mucha distinción, me comentó que no tenían tónica. Al final me sirvió una ginebra con zumo de limón que me refrescó mucho. Coincidió en que me encanta esta combinación de bebidas.

 Interior del restaurante "Shamadi". Muy bien decorado.


Intento realizar mis críticas con la independencia y buena educación que me caracteriza, no entrando a dar consejos sobre la forma de llevar un negocio o esos aspectos que pertenecen a la más absoluta libertad de los empresarios que lo regentan. Pero sería muy de agradecer, realzar los servicios del hotel a un nivel más común con los hoteles de lujo "de toda la vida" para los huéspedes que sólo quieren ir a Sha para descansar, relajarse en su maravilloso Spa y piscinas, tomando el sol de la costa alicantina. Un pequeño apartado en "Shamadi" donde se puedan servir platos que no estén bajo el rigor de lo macrobiótico, carta de cócteles clásicos, en fin, lo que un cliente que no quiere tratamientos clínicos demanda. No obstante, apoyo y transmito mi enhorabuena a la familia Bataller por su claridad en la idea de negocio, teniendo en cuenta que nadie nos obliga a ir o no ir a Sha.


Sha Spa
En la planta baja del hotel, justo a un lado de la recepción se encuentra la entrada a este templo del bienestar y del relax en grado sumo. La recepción del spa, muy amplia y diáfana está atendida -siento decirlo- muy mal y de manera un tanto grosera y apática por dos empleadas. Las tres veces que tuve que hablar con ellas para reserva de tratamientos y preguntas varias, a cual peor. Incluso me llegaron a preguntar, sin la debida discreción, si estaba alojado en el hotel.
Al final de la sala en un pasillo, se encuentra la puerta de los vestuarios, masculino y femenino a derecha e izquierda. Y, como sucede en muchos centros de este tipo, cada uno tiene salida directa a la zona de aguas.
Sauna y baño turco, fuente de hielo (que no funcionaba), ducha de sensaciones, pozo de agua fría, camino de cantos rodados, piscina flotarium, camas de hidromasaje entre otros junto a una gran piscina de chorros son las amenidades que nos ofrece "Sha Spa". Todo ello, menos el flotarium, va incluido en el precio de la habitación.
Se ofrecen terapias acuáticas que se realizan en la piscina. Ello acarrea un problema, o mejor dicho, una incomodidad. Si en el momento que quieres utilizar la piscina de chorros hay dentro de ella una señora con su terapeuta en una sesión de "aqua-relax", pues no te metes cual grosero impertinente y molesto a enfocar tu cuello directamente con el chorro de cervicales. De hacerlo, convertiría la sesión de "aqua-relax" en clase de surf. Si tienes la mala suerte de llegar al principio de la sesión, pues te esperan 50 minutos de poner en práctica tu paciencia.
Respecto a la zona de tratamientos, no la probé. Los que me leen ya saben que no me prodigo mucho en esta clase de terapias. No obstante, mi acompañante fusiló mi Visa con varios de ellos y su sensación y valoración fue más que sobresaliente.
Es impresionante el menú de tratamientos clínicos que oferta "Sha Spa". Leyendo por encima, me atrevo a decir que muy parecido en varios aspectos a los que existen en cualquier clínica tradicional.
Una vez finalizado el periplo por la zona de aguas, vuelves a salir por el vestuario. Accedes por otro pasillo a una zona común, de espera de tratamientos con una barra donde poder tomar té de varias clases y agua. (aunque el té no llega a estar del todo caliente y el agua del todo fría). Se agradece que, allí mismo, puedes tomar un ascensor que comunica directamente con las habitaciones.



"Sha Spa"con dos señoritas que no he podido eliminar de la foto al no dominar "Photoshop"



Instalaciones y servicios
La explanada central del hotel, donde están situadas las piscinas y "Shamadi" es portentosa. La piscina, dividida en dos secciones, una con cascada de agua, la otra con un "infinity" que corta la respiración, tiene un fácil acceso y, aunque no es de agua templada, -no nos olvidemos que nos encontramos en Alfaz del Pi- tiene todas las características para relajarse y tomar el sol. Las tumbonas y camas balinesas, como el resto de mobiliario exterior, de la firma Gandía Blasco, son muy cómodas. Punto a corregir, faltaban toallas y en la hora que estuvimos disfrutando no acudió nadie a reponerlas. Como ya he escrito en otro post anterior "De tumbonas y toallas", muchos huéspedes de hotel tienen la puñetera costumbre de, al retirarse de la zona de la piscina, no quitar sus toallas de su tumbona y echarla en los cestos. Ello conlleva que el siguiente no pueda utilizar la tumbona. Solución. Educar al huésped y obligar al personal encargado de la piscina a que estén muy atentos para retirarlas ellos en el caso del cliente olvidadizo y maleducado.

 "Infinity pool" con acceso en rampa. Al fondo, zona de ascensores.




















    Zona de cascada de agua. A la derecha, "Shamadi"                                                                                                                                                                              



Yacuzzi exterior justo enfrente de la piscina



En uno de los edificios del hotel se encuentra una "capilla de meditación", ecuménica y, por tanto, no destinada a ningún culto en particular y a todos a la vez. En el momento de mi estancia, un crucifijo y una imagen de la Virgen estaban situadas en el altar. Para los nuevos ricos: No se celebran bodas en ella.














Capilla ecuménica



El "turn-down" muy correcto, el servicio de habitaciones muy rápido y eficaz. Punto de acceso a internet, muy bien provisto, cómodo y veloz. Biblioteca para uso de los huéspedes, "putting green" para divertirte un rato, pista de pádel y tenis muy bien cuidadas. Todo ello junto a cursos de cocina macrobiótica, clases de "enseñanza de vida" y múltiples actividades más que oportunamente son informadas a los clientes, forman el universo de servicios e instalaciones de este que, sin duda, lo podemos catalogar como el mejor Spa médico internacional. Aún hay que depurar fallos propios de los comienzos y estudiar la posibilidad de qué hacer con los que no participan de la dieta macrobiótica pero no podemos terminar sin felicitar a la familia Bataller por su audacia, visión de negocio y apuesta por el maravilloso "Sha Wellness Clinic".