¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

jueves, 17 de marzo de 2011

El mismo hotel, la misma habitación pero 2 precios diferentes. Te han tomado el pelo. Reflexión a la tarifa de precios de un hotel



En mi opinión, el hotel que cuida, mima y respeta sus tarifas, tiene ya un largo camino recorrido dentro de un exigente criterio de calidad y buen servicio.
Como norma, tengo siempre el criterio de que antes de reservar habitación en un hotel, compruebo qué precio me oferta él directamente y qué precios encuentro para el mismo hotel y tipo de habitación en otras web o portales de Internet. Si bien es cierto -los que me leen lo saben- que yo sólo reservo una habitación de hotel de tres maneras; o bien directamente a través de la web oficial del establecimiento, o bien a través de la central de reservas a la que pertenece, o bien directamente por teléfono hablando con el departamento de reservas del hotel.
Pero ello no obsta a que, por curiosidad, mire qué precios me dan otros agentes; eso sí, siempre cuidando de que es la misma fecha, mismo hotel e intentando que sea la misma habitación; como el anuncio de la tele. En algunas ocasiones, tengo que decir, este procedimiento me ha ayudado a que declinara el deseo de reservar en el hotel previsto.

La tarifa del hotel debe ser clara. Es conveniente que tenga un apartado en la web del establecimiento donde, de un pantallazo pueda hacerme una idea muy aproximada de los precios. Debe estar dividido por temporadas y por tipos de habitación, dejando siempre claro en las aclaraciones finales, cualquier tipo de anotación relevante que la dirección del hotel considere oportuno. Otra cosa son los "packages" u ofertas que pueda tener, aunque también se agradece que estén reflejados en la misma web con su precio correspondiente incluido.

Sucede que, hoy en día, han proliferado en Internet un montón de portales de agentes de viajes que logran encontrar la mejor tarifa disponible para el hotel seleccionado de entre varias páginas web, a su vez también de agentes de viajes. Para muestras, por ejemplo la muy concurrida y ya famosa Trivago. No tengo absolutamente nada en contra de estas webs; es más, me gustan y las defiendo. Lo que echo en cara y no a Trivago sino directamente a los hoteles y a sus cadenas, es que pueda llegar a existir mucha diferencia de precio entre la tarifa que me otorga el mismo establecimiento directamente o su central de reservas, sobre todo en los hoteles de lujo. Aunque matizaré, digo ello porque, aun reconociendo que puedan existir negocios y precios especiales para agencias de viaje por compra de una gran cantidad de habitaciones, lo que se da a entender al final es que la tarifa pública colgada en la web del establecimiento es un pufo y, por tanto, no es verdad.

Sólo los nuevos ricos, las estrellas del fútbol, cine, música y pocos más, no miran antes de reservar una habitación, la tarifa del hotel. El vulgo restante, sí que la miramos. Y mucho. Además, la estancia en un hotel se puede llegar a convertir en una tómbola. A una "estirada" con pinta de Rottenmaier le toca la habitación por un precio; y al gordinflas felizote del mojito barato y el flotador repelente de la piscina, la misma habitación a la mitad de precio. La verdad, no sé para que leche lleva el señor obeso unas aletas para nadar en la piscina del Hotel Central de Barcelona; con dos brazadas hacemos el largo. Mientras el gordito feliz se pimpla una copa, su compañera en blanco y negro rechaza la que le ofrece el camarero. No vaya a ser que se la cobren. Ciertamente, no podemos tachar a Trivago de publicidad engañosa. Lo que sucede, al menos a mí, es que llego a odiar el anuncio del gordinflas del flotador por dos motivos. 
El primero porque -aunque es verdad que el más sagaz se lleva el gato al agua- veo injusto que el rechoncho haya pagado menos. Esto tiene la particularidad que ahora contaré que seguramente su habitación no tenga vistas, esté muy alejada del ascensor, no haya sido recientemente renovada... en fin ya me entienden. 
El segundo motivo, un tanto más clasista -la verdad-, es que si me encuentro a ese señor en la piscina de un hotel, automáticamente cojo a mi acompañante, rehago el equipaje y me marcho fulgurantemente jurando jamás volver a ese hotel. Por tanto, ojo. Y me refiero a los hoteles que no cuidan sus tarifas. Algunos -doy fe- han perdido clientes por este motivo; o lo que es peor han ganado otros de "patacón" que se traen hasta los bocatas hechos de casa y no consumen de extras en el hotel ni un café.

Pero ahora viene, queridos lectores, la gran contrapartida que, sinceramente me repulsa aún más moralmente.
Cuando crees haber encontrado un chollo en una web tipo de las que hablábamos antes, puede ser que se convierta en pesadilla. Me explico. Como decíamos en el párrafo anterior, nadie da duros a cuatro pesetas y es criterio habitual en reparto de habitaciones de algunos hoteles,  asignar las "peores" habitaciones a los clientes que han reservado con una tarifa más baja que la establecida por el hotel. Es decir, los que lo han hecho por medio de portales de agentes de viaje de Internet. Puedo llegar a comprenderlo aunque debería estar detallado en la descripción de la reserva. Lo que me repugna, es que en algunas ocasiones no se es exquisito en el trato con los mismos. Ello es una gran injusticia. Si algún lector le ha sucedido algo así o trabaja en el sector hotelero, agradecería me corroborara o contradijese tal afirmación. La solución no viene por medio de Trivago o semejantes, debe venir de las direcciones de los hoteles correspondientes, cuya misión principal, aparte de cuidar las tarifas de su hotel, es velar por el servicio y trato exquisito a todos -y digo todos- sus clientes. Sí, incluido el impresentable del anuncio de trivago, eso sí, el responsable de mantenimiento de la zona de piscina, le debe obligar inmediatamente a desinflar ese flotador, no me refiero a su michelín sino a esa especie de balsa que sufre manteniéndole a flote, compelerle a que se desprenda ipso facto de esa especie de gorro que quema a la vista y que las aletas de buzo... iba a decir una grosería, las deposite en el armario de su habitación.

Con todo, no quiero extenderme mucho más, quiero que esta reflexión pueda servir para pensarnos un poco la manera de reservar una habitación de hotel. Como ven, la realidad es la que es y en algunas ocasiones puede convenir pagar un poco más y quedarse más tranquilos; y no con resignación como la Rottenmaier del Trivago.

NOTA: El caballero del anuncio de Trivago tiene el perfil de obsceno que ya relaté en un post anterior. Para leer y completar información, pinchar aquí.

lunes, 7 de marzo de 2011

Los diferentes chorros de ducha de hotel

Me atrevo a hablar en este post sobre uno de los medidores más perfectos que existen  hoy en día para catalogar un hotel, mucho mejor que el número de estrellas; el chorro de su ducha.

Ya conocen mis lectores asiduos que soy un tanto maniático y muy propenso a detenerme en temas que otra persona -mucho más en sus cabales que yo- pasaría inadvertidos. El caso que pretendemos estudiar hoy es la ducha de un hotel, en concreto su chorro.
Y no crean que es ninguna tontería. Uno de los momentos de mayor relax -o en algunos casos, incomodidad- lo tenemos al ducharnos.

Ya no se bañan ni los ingleses salvo que exista una intención antiestresante o relajante en el baño y que, lógicamente, la bañera alcance unas dimensiones humanas. No hace falta que sea sede de los mundiales de natación pero debe tener un tamaño que te permita estirar algo las rodillas sin que, en ningún momento, tu cuerpo tenga que combarse. De lo contrario se opta por posturas ridículas y sobre todo muy incómodas. De hecho, en muchos buenos hoteles -sobre todo de nueva construcción- la ducha y el  baño están separados. Considero un buen acierto dicha separación. Por otro lado, la bañera debe poseer un acceso a su interior cómodo. No lo es cuando, para entrar en la bañera, tocamos con la rodilla nuestra frente, llegando a formar con nuestro cuerpo un ángulo obtuso.

Ni qué decir tiene que la mayoría optamos por la ducha. Los ingleses no lo sé pero si no optan por el baño y no sé si por la ducha, su higiene diaria puede peligrar.

Pues bien, cada persona lleva escrito en su código genético la manera de ducharse. Existen los que no utilizan la ducha de mano sino el chorro de techo. Las hay que queriendo imitar al rocío de los verdes prados del Tirol, aparte de valer un pastón, duchan menos que una estufa (entiéndaseme la expresión). Mucha floritura pero poca efectividad.

Otro tipo es la Estoica. Esta ducha expulsa el agua a una presión tan fuerte que consigue romperte algunos vasos sanguíneos. Los milibares no pueden medir semejante presión. Y todo so capa de una activación recirculatoria. Y vaya si me la activa.

Otro tipo muy común en los buenos hoteles es la ducha caño. Es como si hubieran provisto la ducha de una manguera de regar sin ningún tipo de alcachofa. Siempre me he preguntado cómo podrán realizar algunas personas su higiene con un chorro saliendo del techo. Hay ciertas partes que por leyes físicas cuesta que resbale el agua. Pero eso ya son otras intimidades un tanto groseras que no vienen al caso.

Y cualquiera de estos tipos de ducha debe tener una altura desde el suelo tal que te permita no tener que pasar el trance de la ducha de rodillas, o lo que es peor, en cuclillas.

Cualquier ducha de hotel debe estar provista de salida por arriba y de ducha de mano; teniendo, eso sí como intercambiador un sistema que el ser humano sea capaz de intuir en menos de dos segundos. Me he encontrado hoteles que ni un buen ingeniero hubiera averiguado cómo se pasa de la ducha de techo a la de mano. Al final me he tenido que duchar con la primera porque la de techo suele prevalecer en el sistema hidráulico del baño de un hotel.

Otro de los retos a los que se enfrenta el cliente de hotel, y casi puedo decir que pasa en todos, es la adecuación de la temperatura del agua. Si la ducha tiene el accesorio de termostato, si de verdad es un termostato y no cinco o seis números pegados a un grifo, lo tenemos más fácil. De otra manera, ya han podido comprobar que si abrimos el grifo del agua caliente de un hotel, en diez segundos alcanza la temperatura de la fisión atómica por lo que es recomendable rápidamente girar también el de la fría; sobre todo si utilizamos la ducha de techo y estamos debajo. El combinado perfecto, siento no poder ayudar más, depende de la pericia del causante y de la instalación del hotel.

Por no ser mucho más exhaustivo, dentro de la tipología de las duchas de mano nos encontramos con una gama no menor a las de techo. Las de diseño minimalista, suelen ser como su nombre indica, pequeñas y malas. Las "vintage" suelen alcanzar un peso de varios kilogramos. Las de "masaje", ocurre lo mismo que con las de techo, llegan a traspasarte el cuerpo de la presión que infieren o son mangueras de juguete de jardín, con menos fuerza que un pedo de pulga y perdón por la expresión zafia.

Muchos tipos, por tanto pero siempre deben tener algo en común, una pieza que nos permita dejarlas en un mástil mientras nos enjabonamos. No hay incomodidad más grande que se caiga al suelo una ducha abierta. Si nos grabáramos en vídeo en circunstancia tal,  nos daríamos vergüenza de nosotros mismos al ver cómo reaccionamos. Un apoyo es lo más importante en esta vida, también en el momento de nuestra higiene diaria.

Va esta entrada dedicada a mi arquitecto particular. Él, como asiduo cliente de hoteles, me dio la idea de esta entrada. Sí, táchenme de lo que quieran pero tengo un arquitecto de cabecera, al cual oigo y admiro en casi todos sus consejos. Un abrazo.

martes, 1 de marzo de 2011

Hotel Vier Jahreszeiten Kempinski. München. (Munich)











Web

No sé si es una manía personal o una opinión basada en la objetividad. No soporto el diseño web de la cadena Kempinski. Con una infinidad de ventanas que emergen, desaparecen y se agrandan estorbándose entre sí, da lugar a que el lector pierda los nervios por no llegar con rapidez a la información deseada. Tan sólo me convence el sistema de consulta de disponibilidad y reserva y la galería fotográfica. El resto, enrevesado, con tonalidades muy negras y con un orden muy peculiar común a todos los hoteles de la cadena.
No utilicé esta vez la web del hotel para proceder a la reserva sino que lo hice a través de la Central de Reservas The Leading Hotels of the Word, a quien pertenece el Vier Jahreszeiten de Munich. Al ser temporada de Adviento los precios estaban desorbitados y tuve que conformarme con una habitación doble estándar.

Llegada al hotel y primeras impresiones

El Vier Jahreszeiten está situado en la principal calle -a mi juicio- de Munich, en Maximiliamstrasse, un bulevar que combina lujo y tradición, donde se encuentran las principales tiendas de moda de la ciudad.  Un poco apartado -pero sin pasarse- de Marientzplaz pero con una correcta y muy buena ubicación.

Fachada del hotel y entrada


El taxi paró en la puerta. Un mozo bajó el equipaje y lo depósito en una esquina. Automáticamente me dio un ticket. La siguiente vez que lo ví, me refiero a las maletas, fue ya en la habitación. Me gustó esa acción que podría ser copiada por muchos hoteles. Al mostrador de recepción hay que llegar lo más libre de bultos posible.

La misma pero en invierno


La entrada al hotel es muy agradable. Con un enorme lobby con un techo de vidriera en tonos anaranjados y rojizos, el mostrador de recepción y concierge se encuentra a mano derecha. Quiero pensar que el hotel estaba bastante lleno. Una recepcionista muy cortés y educada nos hizo un check-in muy rápido; quizá un tanto de más. Daba la impresión de que quería quitarse rápidamente de encima a un cliente para poder coger a otro, y así sucesivamente. Para este hotel, la tarjeta de afiliación de The Leaders Club dio exactamente igual. No obtuvimos ningún tipo de detalle ni privilegio. Ni upgrade, ni carta de recepción, ni nada de nada. Hubiera dado igual estar afiliado a un sindicato comunista; no nos hicieron ni puñetero caso ni nos dieron ningún tipo de explicación de porqué no nos lo hicieron.

Lobby del hotel


Otra toma del Lobby


Maravilloso árbol de Navidad situado en el Lobby



La habitación

Regular tirando a mal. De las más de trescientas habitaciones y suites con las que cuenta el hotel, posiblemente fueron a darnos la más anticuada, la de más difícil acceso y la que tenía un cuarto de baño más enano. Este tipo de trato en referencia a los afiliados a The Leaders Club debe ser tenido mucho más en cuenta por la central The Leading Hotels of the World. Casos como este no es el primero, ni será el último. The Leading debe poner más medidas de vigilancia para que se cuiden los requisitos de membresía en los hoteles pertenecientes a la cadena. Y si no, pues que no renueven concesión y ya está.
Siguiendo con la mini-habitación, una cama de matrimonio estaba situada en el centro sin hacer. Es decir, a la manera nórdica de hacer una cama. Colocan un edredón doblado encima de la misma y una almohada con funda. Y que te las vayan dando. 

Cama y escritorio


El mobiliario parecía de mala calidad, de colores como de madera barata. La moqueta aún era más vieja que una mesa, tipo tocinera, situada cerca de la ventana. Las cortinas opacas -por decir algo- no conseguían mucha oscuridad. El escritorio era mínimo y la decoración de la habitación, absolutamente espartana. 

Otra toma de la habitación


Del baño, mejor no hablar mucho. Casi tenía que acceder al mismo de canto. Un lavabo de buen mármol de una poza, inodoro empotrado y casi suspendido, bañera con ducha correcta pero absolutamente encajada. Las toiletries eran de las comunes de la cadena Kempinski, no me gustaron mucho. El albornoz -muy usado ya- no me cabía de lo pequeño que era. Ni siquiera quise llamar a que me subieran otro más grande; sólo utilicé la toalla. Las zapatillas, con el emblema de la cadena, muy pequeñas también. 

Baño espartano


En fin, no puedo decir que nada estuviera mal o estropeado pero tampoco puedo echar ningún piropo a nada de la habitación, ni siquiera a su wifi que es inexistente, cosa que aún hoy no puedo comprender. Bueno, la cama, era cómoda; me refiero al colchón.

Servicios e Instalaciones del hotel

Sin duda, el lobby de entrada al hotel es lo más preciado. Decorado en Navidad con un enorme árbol con luces y cristales de Svarovsky -un poco hortera-, es un lugar acogedor para tomarte una copa de champán, el té o lo que quieras. En dependencias anexas, se van situando diversas salas, como una "smoking room", donde puedes fumar como si de un apestado se tratara. Pero, al menos, puedes fumar y no te echan a la calle como en la mayoría de los hoteles. Justo al otro lado, se encuentra el "bar Jahreszeiten", un pequeño espacio muy acogedor con decoración y ambiente tipo inglés. Muy apropiado para una relajada charla o un cóctel. Pedí mi gin-tonic de antes de dormir pero sólo un día. Como me sucedió en otros hoteles de Munich y de Salzburgo; también de otras ciudades de Alemania, tienen la manía de utilizar vasos tan sumamente pequeños que no cabe todo el cuarto de tónica en el mismo. Por tanto, queda una bebida muy densa, fuerte y no se acaba de saborear bien.
A la hora del almuerzo sirven en el lobby unas ostras con champán que merece la pena probar. 

Vier Bar



Bien, continuando con algunas instalaciones del hotel, como suele ser mi costumbre, no probé el restaurante del mismo, el "VUE Maximiliam". Por lo que pude comprobar era una mezcla de clásico-contemporáneo; un ni fú ni fá, ni pa tí ni pa mi.

Mención aparte merece la piscina del hotel. Muy cuidada, amplia y con buenas instalaciones, es un remanso de serenidad para después de un ajetreado día de turismo por la ciudad. Bien nutrida de toallas, los vestuarios correctos, sin ningún lujo de más, pero correctos. Temperatura agradable del agua y unas muy buenas vistas a la ciudad. No probé los tratamientos del Spa del hotel ni, por supuesto, su centro de fitness.

Piscina del hotel con el emblema en el fondo


Check-out

Poco más puedo decir de un hotel del que esperaba mucho más. Posiblemente, junto con el Adlon de Berlín, sean los dos buques insignia de la cadena, al menos en su país de origen, Alemania. Munich tiene una oferta hotelera de lujo muy buena por lo que un hotel que se duerma en los laureles puede ser que acabe pagando la factura. Muy cerca del Vier, a escasos minutos, se encuentra el Mandarín Oriental. En la parte opuesta tenemos al Königshof y al Rocco Forte the Charles; y entre todos estos al Bayerischer Hof. Por lo tanto, mucha oferta hotelera de lujo para una ciudad no muy grande como Munich.

La salida fue rápida y eficaz. La factura estaba absolutamente en orden  y nos dieron un pan de jengibre,  muy malo por cierto, típico de esas fechas. El equipaje ya estaba en el taxi a la salida, la nieve ya no cubría toda la acera y nos dispusimos a viajar a Salzburgo, el Hotel Sacher nos esperaba.